Los aceites corporales se han convertido en uno de los formatos más cómodos para poder hidratar y tratar la piel. Su aplicación proporciona un potente tratamiento nutritivo que protege y suaviza la piel por su alta concentración en vitaminas y ácidos grasos insaturados. Si encima, te decides por un aceite corporal que tenga una textura fluída, verás que fácil es de aplicar.
Aunque su principal beneficio es que aportan mucha hidratación, lo cierto es que hay aceites corporales que cuentan con otros propiedades, como pueden ser regenerantes, reafirmantes, antiestrías, anticelulíticas, antioxidantes, etc.
Una época perfecta para el uso de los aceites corporales es el verano. La piel se expone de manera más fuerte al viento y al sol, lo que produce una deshidratación más severa. Además de aportar esta hidratación, también ayudan a revitalizar y darle un aspecto mucho más saludable.
La principal diferencia que encontramos entre los aceites corporales y las cremas es que los primeros son bastante más naturales, puesto que los orgánicos, considerados como los de mejor calidad, se extraen de frutos o flores, por lo que están totalmente libre de productos químicos.
Aunque el principal beneficio de los aceites corporales es el de proporcionar hidratación, también tienen otras cualidades que portan bienestar a la piel. Al sellarse a la piel, consiguen que su efecto sea más prolongado en el tiempo. Proporcionan una apariencia más suave, mientras que las cremas suelen lavarse con mucha facilidad.
También ayudan a proporcionar relajación. En los momentos de estrés la piel se puede resecar y volverse de un tono oscuro. Los aceites corporales son perfectos para su activación y devolverla a la vida. Además, con una menor cantidad de producto se puede cubrir el doble de espacio de la piel, esparciéndolo de forma más rápida y prolongada.
