Si has decidido ponerte a dieta y has comenzado a buscar información sobre cuáles serían las mejores opciones, es muy probable que en tu camino se hayan cruzado las dietas disociadas.
Las dietas disociadas son dietas que permiten comer casi de todo, siempre y cuando se consiga no mezclar proteínas e hidratos durante la misma comida. Aunque es cierto que se han puesto de moda recientemente, las dietas disociadas llevan existiendo mucho tiempo, y comenzaron a hacerse populares en las primeras décadas del siglo XX.
¿Qué son las dietas disociadas?
Como veíamos, las dietas disociadas permiten comer de casi todo, pero si son muy estrictas con no mezclar dos tipos de alimentos: proteínas e hidratados de carbono. En el primer grupo podemos encontrar alimentos como el pescado, carne, queso, huevos, leche, legumbres o yogur. En el segundo, se encuadran arroz, pasta, pan, patatas o maiz entre otros.
Uno de los pilares básicos sobre los que se sustenta estas dietas disociadas es que cada grupo de alimentos necesita un PH distinto, bien sea más ácido o más alcalino, otros tipos de enzimas y un tiempo de absorción diferentes, por lo que se recomienda no comerlos juntos si se desea asimilar bien cada nutriente.
Al combinar estos dos grupos se crea una situación que no favorece la correcta asimilación de los alimentos, por lo que se pueden producir algunos problemas digestivos y grasa. Digamos que las dietas disociadas tienen ciertas reglas fundamentales que hay que intentar culplir.
Estas son la de no mezclar proteínas e hidratos de carbono, como ya hemos visto. Pero hay más. No mezclar proteína y almidón, comer la fruta sola y con el estómago vacío, no combinar ciertas frutas ácidas con las dulces, sin limite en cuanto a las cantidades de alimentos que se ingieren y beber agua evitando dentro de lo posible el alcohol y el café.